No hay lugar como el hogar

¡Hola! Uf, cuánto tiempo, ¿eh? He abierto la página de escribir entrada en este blog por primera vez en muchísimos años, y frente al gran espacio blanco que se abre ante mí solo me queda improvisar y abrirme en canal. O bueno, solo un poquito.

Han pasado muchas cosas desde 2014, pero no estoy aquí para contarlas. Mira, es que lo he intentado todo para volver, no solo al blog, sino a mí mismo. Volver a reencontrarme con aquél Rafa que era feliz escribiendo de forma periódica sea donde sea. Un blog, un diario personal, un portal de noticias... es que me da igual. Incluso grabar vídeos, que es algo que siempre me ha llamado la atención, pero sigo batallando con mi peor enemigo (servidor) para poder hacerlo de la forma más natural posible. Y al final, todos mis pensamientos volvían a este blog, el antiguo Crónicas Ibéricas que he rebautizado porque me ha salido del bolo.

No sé, quizá me canse o quizá no. Pero pensando en el pasado, releyendo antiguas entradas que hoy por hoy me dan auténtica vergüenza ajena (recordadme que, si vuelvo a tener 18 años, no me las de de crítico cinematográfico con columnas en varias revistar y periódicos a nivel nacional, por favor y gracias), y tras decirme mi psicóloga que debo cultivar mi mente, pues la idea de "volver a casa", al rincón que tantas alegrías me dio durante tantos años, no me parecía una mala idea.

Hace dieciséis años que abrí este blog, que se dice pronto, y desde que dejé de escribir aquí lo he estado haciendo en otros sitios que también pasaron a mejor vida. Intentaré recoger/rescatar aquí todo lo que he ido haciendo, porque me da la gana y porque es mío, por supuesto que sí. Y ya veremos cómo va evolucionando esto. De momento, escribo estas líneas improvisadas a punto de irme a dormir para levantarme a las 5 de la mañana para ir a trabajar. Porque la vida, en seis años, cambia lo que viene siendo una barbaridad.

Ya os contaré, o no. Pero lo importante es que vuelvo a estar aquí. Y me siento tranqui, me siento bien.